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Comentario de un poema de Gerardo Diego

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Comentario de un poema de Gerardo Diego Empty Comentario de un poema de Gerardo Diego

Mensaje  Maribel Sáb Abr 10, 2010 5:23 pm

http://comunidad-escolar.pntic.mec.es/documentos/diego/diego3.html#N2
Visitad la pásgina anterior,que cada uno lea un comentario de su poeta y luego revise el comentario del trabajo

El ciprés de Silos
Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.
Mástil de soledad, prodigio isleño;
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.
Cuando te vi, señero, dulce firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto cristales,
como tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos.
Gerardo Diego. Versos humanos.
Editorial Cátedra. Colección
Letras Hispánicas, núm. 245.

Apoyo léxico
Silos. Pueblo de la provincia de Burgos, en el que está situado el monasterio benedictino de Santo Domingo de Silos, admirable monumento del arte románico. En su claustro se alza el ciprés evocado en el poema, cuya contemplación suscita en el poeta un deseo de elevación espiritual. <Del siglo X son las Glosas Silenses -escritas en este monasterio, y cuyo original se conserva en el Múseo Británico-: en un penitencial latino en el que se enumeran pecados y castigos, se establece la correspondencia romance de determinadas voces y expresiones de sentido difícil o ininteligible. Junto con las Glosas Emilianenses -escritas en el monasterio de San Millán de la Cogolla-, constituyen las primeras voces romances que se conservan por escrito. Al monasterio de Santo Domingo de Silos estuvo muy vinculado el primer poeta castellano de nombre conocido: Gonzalo de Berceo, autor de la Vida de Santo Domingo de Silos, y fallecido a mediados del siglo XIII>.
Arlanza. Afluente del Arlanzón, río que pasa por Burgos y que desemboca en el Pisuerga.
Comentario
El soneto dedicado al ciprés que "preside" el claustro del monasterio de Santo Domingo de Silos es, quizá, el poema más conocido de toda la vasta producción poética de Gerardo Diego, y uno de los grandes sonetos de nuestra historia literaria.
El poeta llegó al monasterio de Santo Domingo de Silos en el verano de 1924, concretamente al atardecer del día 3 de julio; y allí permaneció veinticuatro horas. Después de cenar, y mientras recorría el claustro románico, queda sorprendido por la presencia del ciprés que, en cierta manera, simboliza las cualidades espirituales del entorno en que se halla; y aquella misma noche escribió Diego en su celda un soneto que expresa, de manera sencilla y espontánea, todo ese mundo de dimensiones trascendentes que la contemplación del ciprés ha despertado en su ánimo. A la mañana siguiente, antes de partir, el poeta transcribía el poema en el libro de firmas del cenobio. Había surgido, así, un soneto imprescindible en las antologías de las mejores poesías españolas, y que hasta el propio Miguel de Unamuno recitaba de memoria.
En los seis primeros versos -y también en el 12-, Diego describe el ciprés, a través de un sorprendente lenguaje metafórico, y en actitud emocionada -como revelan el tono exclamativo y las frases nominales en vocativo-. En efecto, el poeta interpela al ciprés, en un largo apóstrofe lírico que termina confiriéndole categoría de símbolo; símbolo del espíritu que, desasido de la realidad terrena, se eleva vertiginosamente hacia el cielo. Y de ahí la afortunada sucesión de metáforas e imágenes:
enhiesto surtidor (verso 1);
lanza (verso 2);
chorro (verso 3);
mástil de soledad (verso 5);
prodigio isleño (verso 5);
flecha de fe (verso 6);
saeta de esperanza (verso 6);
negra torre de arduos filos (verso 12).
De los rasgos que caracterizan al ciprés, el poeta ha seleccionado la verticalidad y el dinamismo: versos 1 ("enhiesto surtidor"), 2 ("lanza"), 3 ("chorro") , 5 ("mástil"), 6 ("flecha", "saeta" ) y 12 ("torre de arduos filos"); rasgos estos que simbolizan su anhelo de ascensión espiritual y de pureza -concepto éste designado por la metáfora "cristales" (verso 11: "y ascender como tú, vuelto cristales,"). Las notas de firmeza y seguridad (verso 12: "negra torre de arduos filos"), de aislamiento y silencio (verso 5: "mástil de soledad, prodigio isleño") y de acendrada espiritualidad, propias del lugar donde se alza el ciprés -no está de más recordar aquí que el estilo románico representa la plenitud artística del sentido religioso de la Edad Media-, contrastan fuertemente con las notas de inseguridad y extravío que definen el estado anímico del poeta, que llega al monasterio de Santo Domingo de Silos en un desasosegado peregrinaje (versos 7-8: "Hoy llegó a ti, <...> peregrina al azar, mi alma sin dueño"; versos que expresan, con extremada concisión, esa llegada del poeta a Silos: con el ánimo intranquilo -"sin dueno"- y errático -"al azar"-). Y Diego encuentra en el ciprés -y en esa honda espiritualidad que distingue al claustro del monasterio silense (verso 14: "fervor de Silos")- un camino de elevación mística para su alma (versos 9-14: reacción que suscita en el poeta la contemplación del ciprés, y que justifica esa cadena de metáforas presididas por el rasgo común de la verticalidad).
La adjetivación, más abundante en los tercetos, pone de manifiesto la delicada sensibilidad de Gerardo Diego. Al margen de la construcción trimembre del verso 9, riquísima en valores connotativos -"señero, dulce, firme"-, el poeta ha preferido la anteposición del adjetivo, que facilita el esquema rítmico de los endecasílabos:
enhiesto surtidor de sombra y sueño
<verso 1: acentos en sílabas 2, 6, 8, 10>;
como tú, negra torre de arduos filos,
<verso 12: acentos en sílabas 3, 4, 6, 8, 10>;
mudo cípres en el fervor de Silos.
<verso 14: acentos en sílabas 1, 4, 8, 10. Los acentos rítmicos en las sílabas 4 y 8 -al modo sáfico- inciden en dos vocablos
agudos -fervor/Silos- que subrayan el ambiente de profunda espiritualidad que sirve de marco al ciprés, y de la que acaba
contagiado el poeta>.
Una intensa musicalidad recorre el soneto: a la aliteración de la s en el verso 1 -"enhiesto surtidor de sombra y sueño"- y en los versos 9-10 -señero, ansiedades, sentí-, se suman los efectos sonoros que producen las rimas consonantes de los versos 11-14: cristales/verticales, filos/Silos. <Adviértase, por otra parte, la novedad en la combinación de rimas de los tercetos, si se comparan con las del soneto clásico: CCD, EDE; novedad que se inscribe en la renovación formal introducida en la poesía por el arte modernista>.
En definitiva, "El ciprés de Silos" es una admirable muestra de la destreza verbal de Gerardo Diego -que sabe combinar una extraordinaria capacidad metafórica con un fino sentido musical-; pero también de espiritualidad desbordada que contagia el ánimo de cualquier lector.

Maribel
Invitado


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