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LA NOVELA DE 1940 A LA ACTUALIDAD

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Mensaje  Admin Lun Feb 17, 2014 2:59 pm

LA NOVELA DESDE 1940 A LOS AÑOS 70
0. INTRODUCCIÓN
La Guerra Civil supuso un profundo corte en la evolución literaria española debido a una serie de razones:
a. La muerte de algunos de los grandes modelos de la novela española del siglo XX (Unamuno, Valle- Inclán).
b. El exilio obligado de otros autores que habían comenzado a destacar en la década de los treinta: Max Aub, Francisco Ayala, Ramón J. Sénder, etc...
c. Las nuevas circunstancias políticas y la censura impiden que se siga con una tendencia de novela de corte social que se venía haciendo desde la década de los treinta y hacen que pierda sentido otra de las tendencias novelísticas anteriores a la Guerra, como es el caso de la novela deshumanizada y vanguardista. Como consecuencia de las razones expuestas, la novela española en la década de los 40 debe, prácticamente, comenzar de nuevo. En lo referente a la periodización de la novela que se inicia después del año 1939, la crítica literaria ha señalado tres etapas sucesivas (POSGUERRA, REALISMO SOCIAL y RENOVACIÓN TÉCNICA) y varias generaciones de novelistas que se han ido incorporando a lo largo de estos años.

1. LA NOVELA DE POSGUERRA (1939-1950)
Por las razones arriba expuestas, los novelistas de estos primeros años, por tanto, tendrán que buscar un nuevo camino, y ese hecho explica que nos encontremos en la década de los 40 con múltiples tendencias novelísticas:
a. Novela triunfalista. Esta novela defiende los valores tradicionales (Dios, Patria, Familia) y justifica la Guerra Civil y sus consecuencias, culpando de las mismas al bando perdedor. Es lo que hace, por ejemplo, Agustín de Foxá en Madrid, de corte a checa.
b. Novela psicológica. Se basa en el análisis del carácter y del comportamiento de los personajes desde unas técnicas tradicionales, es decir, realistas. Un autor importante será Ignacio Agustí con Mariona Rebull.
c. Novela simbólica. Nos encontraremos con novelas en las que los personajes funcionan como símbolos de ideas o conflictos. Sigue la línea, por tanto, de algunas novelas de Unamuno. Un autor significativo será José Antonio Zunzunegui.
d. Tremendismo. Esta tendencia es iniciada por Camilo José Cela con La familia de Pascual Duarte en el año 1942. Se ha hablado también de "tremendismo" para caracterizar a algunas novelas que presentan un mundo rural de trágicos conflictos, con personajes de bajos instintos y taras físicas o psíquicas, empleados para apoyar posturas moralistas. Estas ficciones revelan un malestar, una amargura que les hace alcanzar cierto valor testimonial.
e. Novela existencial. Podríamos decir que se inicia con la novela Nada de Carmen Laforet en 1945, y continuada en 1948 por Miguel Delibes con La sombra del ciprés es alargada y Gonzalo Torrente Ballester con Javier Mariño. Estas novelas reflejarán el tema de la angustia existencial, la tristeza y la frustración de las vidas cotidianas.
Temáticamente, las novelas de este período girarán en torno a la amargura de las vidas cotidianas, la soledad, la inadaptación, la muerte y la frustración. Los personajes se adaptarán a estos temas, de forma que los protagonistas serán seres marginados socialmente (Pascual Duarte, en la novela de Cela, es un condenado a muerte), angustiados y desarraigados (la protagonista de Nada llega a Barcelona para estudiar y allí se encuentra fuera de su ambiente, insegura y triste). Las causas de esta amargura vital se encuentran en la sociedad de la España de los años cuarenta, marcada por la pobreza, la incultura, la violencia, la persecución política, la falta de libertades... Pero no encontraremos en ninguna de estas novelas una crítica o denuncia directa. Para eso habrá que esperar a los años cincuenta. Técnicamente, estas novelas se caracterizan por su sencillez y tradicionalidad: narración cronológica lineal, narrador en tercera persona (mayoritariamente) y ausencia de saltos temporales.

2. SEGUNDA PROMOCIÓN. EL REALISMO SOCIAL. TEMAS Y TÉCNICAS
En los años cincuenta se produce un gran auge en la novela. En esta década la censura se relaja y ese hecho permitirá la aparición de novelas en las que la denuncia de la pobreza, la persecución y la injusticia sean los temas predominantes. A esta tendencia se le ha llamado novela social o Realismo social. La novela social, como subgénero narrativo, con unos condicionamientos formales y temáticos específicos, se da como fenómeno literario en la década que va de los cincuenta y tantos a los sesenta y tantos. Los autores han sido denominados "Generación del 55" o "del medio siglo" y la componen, entre otros: Ignacio Aldecoa, Carmen Martín Gaite, Jesús Fernández Santos, Rafael Sánchez Ferlosio, Juan García Hortelano, Alfonso Grosso, Juan Goytisolo…
Desde una posición ideológica, se proponen dar testimonio de la realidad histórica y social, y así se desarrolla una
ƒ Novela realista, de actitud crítica. Se denomina Realismo crítico: el novelista no acepta la realidad tal como es y pretende explicarla poniendo de relieve sus mecanismos profundos y denunciándola.
ƒ De enfoque objetivista: el novelista se comporta como un observador de la realidad sin tomar partido ante ella.
ƒ Entre el compromiso moral y una posición política explícita. Se habla de Realismo socialista. Esta tendencia pretende reflejar la realidad en su proceso revolucionario (la lucha de clases), reduciéndola a un enfrentamiento en entre opresores y oprimidos.
• Caracteres de la novela social son: a) Su abandono de los aspectos técnicos y formales y esto es así porque su propósito es dar valor al contenido, al argumento, y subordinar a él los procedimientos formales.
b) La estructura del relato es sencilla y se tiende a la narración lineal. No hay saltos al pasado ni anticipaciones.
c) Condensación espacial y temporal. Los lugares donde se desarrollan las novelas suelen ser únicos o cambiar muy poco. Además, la novela concentra su acción en un corto espacio de tiempo (El Jarama (1956), de Rafael Sánchez Ferlosio, en algunas horas, o en Duelo en el paraíso (1955), de Juan Goytisolo, en unos pocos días).
d) La preferencia por los personajes colectivos, desplazando al protagonista individual. El personaje representa un grupo social. Pero no pretende abarcar toda una colectividad, se centran en grupos humanos concretos.
e) Predominio del diálogo. Como pretenden, por su enfoque objetivista, que la figura del narrador desaparezca o reducirla al mínimo, ceden la palabra a los personajes como manifestación directa de su conducta y pensamientos. Por ello, existe un esfuerzo de reflejar los rasgos lingüísticos propios de los distintos grupos sociales a los que se adscriben los personajes.
f) Persiguen la sencillez, la claridad, y emplean un lenguaje directo; la frase sencilla, los giros coloquiales, las formas lingüísticas populares y los vulgarismos.
g) Los temas principales de la novela española del Realismo Social serán:
ƒ La dureza de la vida en el campo (Dos días de septiembre, Caballero Bonald o Los santos inocentes, de Miguel Delibes) ;
ƒ El mundo del trabajo urbano (Central Eléctrica, de Juan García Hortelano);
ƒ La ciudad (La colmena, de Cela);
ƒ Las clases trabajadoras (El Jarama, de Sánchez Ferlosio); ƒ
La burguesía (Entre visillos, Carmen Martín Gaite); ƒ
La Guerra Civil y sus consecuencias (Juan Marsé, Encerrados con un solo juguete).

3. TERCERA PROMOCIÓN. TIEMPO DE SILENCIO, DE MARTÍN SANTOS, COMO HITO RENOVADOR.
En los años sesenta el Realismo social empieza a mostrar signos de agotamiento. Se manifiesta la necesidad de una renovación formal. Era preciso trasladar a la novela española la experimentación narrativa que habían aportado las grandes figuras europeas (Proust, Kafka, Joyce, el noveau roman francés) y americanas (Faulkner, García Márquez, Carlos Fuentes, Vargas Llosa, Cortázar...). Junto a estas razones literarias no deben olvidarse otras de naturaleza socio-política: mayor desarrollo económico (Planes de Desarrollo y la entrada de divisas por el turismo), la ley de prensa de 1966 que permite una relajación del autoritarismo, una mayor difusión cultural (las series de libros de bolsillo)... Un hito de este período es Tiempo de silencio (1962) de Luis Martín Santos. El tema es la frustración, la impotencia y el desarraigo de un joven médico investigador. Es un fiel reflejo de una realidad nacional, de un estado socioeconómico, y en un marco social concreto: el Madrid de los años cincuenta. Los rasgos formales de esta novela se convertirán en los generales de la novela del período: el planteamiento subjetivista (el monólogo interior), personajes que funcionan como auténticos seres humanos en contraposición a los tipos o arquetipos de la novela realista. Se incorpora la segunda persona narrativa y se utiliza una prosa barroca, cargada de cultismos y términos científicos. La frase se alarga, y el discurso abunda en digresiones, en comentarios sobre literatura, arte, medicina, u otras fuentes del saber. Estas técnicas y otras, en diferentes grados, aparecen, en novelistas de diferentes generaciones, desde 1996 hasta el final del franquismo (1975): Últimas tardes con Teresa (1966), de Juan Marsé, Cinco horas con Mario (1966) de Miguel Delibes, Señas de identidad (1966) de Juan Goytisolo o Volverás a Región (1967) de Juan Benet.


LA NARRATIVA DESDE LOS AÑOS 70 A NUESTROS DÍAS

0. INTRODUCCIÓN
• Aunque la década de los 70 se inicia, prácticamente, con la grave crisis del petróleo que sacudirá las economías occidentales durante más de una década, el principal acontecimiento histórico que marca este período en España es la muerte del dictador Francisco Franco en 1975. Con la muerte de Franco se produce la llamada transición a la democracia: 1977, legalización de partidos políticos; 1978, promulgación de la Constitución; 1981, golpe de Estado frustrado; ingreso en la OTAN en 1982 y en la Comunidad Europea en 1986... Asimismo, el período democrático supone la descentralización del Estado. España se organiza en 17 comunidades autónomas, algunas gobernadas durante varias legislaturas por partidos de vocación nacionalista: PNV, CiU, CC... Por lo que se refiere al poder central, tras el hundimiento de la UCD, partido que había gobernado España durante la transición democrática, se produce una alternancia en el Gobierno entre los dos partidos estatales de voto mayoritario. Así, el PSOE gana en 1982 las elecciones y continuará en el poder hasta 1996. Desde este año a 2004 gobernará España el PP, que perderá en esa fecha las elecciones frente al PSOE. A su vez, el gobierno del PSOE, de 2004 a 2011, dará paso a un nuevo gobierno del PP.
• La repercusión de estos acontecimientos políticos arriba esbozados en la vida literaria española son evidentes: desaparición de la censura, recuperación de los autores exiliados, apertura hacia la literatura extranjera- europea, norteamericana y latinoamericana, fundamentalmente-, impulso político a la creación literaria en lenguas españolas distintas al español, generosa política de subvenciones oficiales a autores, multiplicación de premios, certámenes literarios y ferias del libro... y con el crecimiento y expansión de poderosos grupos editoriales y de comunicación (PRISA, Planeta, RBA...), el tratamiento del libro- en especial, la novela- en la sociedad de masas como un producto de consumo más que permite en algunos casos tiradas de varios centenares de miles- e incluso millones- de ejemplares (best-seller), de tal modo que las editoriales buscan como autores a personajes ya conocidos o famosos (periodistas, políticos o presentadores de televisión), que aligeran el coste en publicidad y difusión. • Rasgos de la literatura española de las últimas décadas son la variedad temática y estética, la diversidad de tendencias y corrientes literarias y la proliferación de autores. No obstante, esta diversidad puede ser también consecuencia de la falta del necesario período de tiempo que se precisa en la Historia de la Literatura para evaluar y enjuiciar los textos literarios que aparecen en un número desorbitado cada año. La producción editorial en España tiende al gigantismo: se publican unos 75.000 títulos cada año, de los cuales constituyen novedades unos 10.000. Como la tirada media es de 3,500 ejemplares, ello significa, en total, unos 35 millones de ejemplares de novedades.

1. EL EXPERIMENTALISMO
A la influencia directa de Tiempo de Silencio de Luis Martín Santos y de autores de otras promociones que hemos visto en el tema anterior (Delibes, Cela, Torrente Ballester, Juan Marsé...) que practican innovaciones diversas, se unen la de la nueva novela latinoamericana (Vargas Llosa, Carlos Fuentes, G. García Márquez...) . Se publican sus primeras obras entre finales de los años sesenta y principios de los setenta. Son José María Guelbenzu, Ramón Hernández, Germán Sánchez Espeso, Miguel Espinosa, Antonio F. Molina, Raúl Guerra Garrido, Pedro Antonio Urbina, Juan Benet. Cultivan una novela minoritaria y culturalista, hermética y experimental, cuya preocupación es el lenguaje (léxico rebuscado, rupturas sintácticas, oraciones muy largas y complejas, y también lenguaje coloquial y vulgar). Lo más importante no es contar una historia, rechazan la novela de argumento. El relato no es lineal, sino que se fracciona y se funde en reiterados contrapuntos, y los personajes no tienen atributos que los definan o los diferencien.

Las técnicas narrativas que despliegan habían aparecido algunas ya en el período anterior. El monólogo interior se transforma en flujo de conciencia, es decir, en un monólogo caótico, que acaba perdiendo el sentido. De forma sistemática se usa en la narración la segunda persona, se reclama el efecto expresivo de la tipografía - como lo hicieran las vanguardias europeas de principios de siglo -, se añaden páginas en blanco, se prescinde de los signos de puntuación o se echa mano del "collage"; se usa reiteradamente el perspectivismo (o visiones múltiples), el “behaviorismo” (técnicas objetivistas) y tratamientos espacio-temporales diversos (reducción-concentración del tiempo – uno o varios días, apenas unas horas-, rupturas temporales- flash-back, tiempo circular; espacios comprimidos e incluso desaparecen espacios físicos...). Se habla de antinovela y metaliteratura. Algunos títulos de esta tendencia son: El buey en el matadero (1967), de Ramón Hemández; Un caracol en la cocina (1970) y El león recién salido de la peluquería (1971), de Antonio F. Molina; ¡Ay! (1972), de Raúl Guerra Garrido, La primavera de los murciélagos (1974), de José Leyva y Escuela de mandarines (1974), de Miguel Espinosa. Buena parte de estas novelas y autores, con el paso del tiempo, han caído en el olvido. Quizá el autor de fama más perdurable dentro de esta tendencia sea Juan Benet. En 1967 publica Volverás a Región. En esta novela hermética se crea un lugar, espacio mítico, Región, y se narra con una sintaxis complejísima, con digresiones de todo tipo, sin orden cronológico, con personajes difusos... No obstante, en sus últimas novelas- mediados años 80- Benet opta por una técnica narrativa más simple y tradicional.

2. TENDENCIAS DE LA NOVELA ACTUAL
Tras la muerte de Franco y la llegada de la democracia, hacia 1975, empieza a publicar una nueva promoción. Reaccionan contra la complejidad experimental, se produce un viraje hacia la concepción realista de la novela. Se habla de REALISMO RENOVADO. Obra clave de esta nueva perspectiva será La verdad sobre el caso Savolta (1975) de Eduardo Mendoza. Se reivindica el placer de narrar: un relato con intriga, aventura, enredo, amoríos - elementos propios de la novela folletinesca. A partir de este momento lo que interesa es contar una historia y la trama, el argumento, es el eje. Por lo general vuelven a la concepción clásica, se narra una única acción y de forma lineal (Los delitos insignificantes (1986), de Álvaro Pombo, Luna de lobos (1985), de Julio Llamazares, La ciudad de los prodigios (1986) de Eduardo Mendoza o Bélver Yin (1986) de Jesús Ferrero). Además vuelven por lo general al relato cerrado y de final explícito (En días como estos (1981), de Lourdes Ortiz). Hay un cambio significativo hacia las personas tradicionales del relato, la primera y la tercera. La segunda sólo permanece en algunos autores consagrados que han participado de determinados hallazgos y renovaciones del experimentalismo, como es el caso de Gonzalo Torrente Ballester en La isla de los jacintos cortados (1980). Estas novelas del Realismo renovado ponen al descubierto los atributos del hombre de hoy, la confusión del hombre moderno obligado a reflexionar sobre la realidad que le rodea, a buscarle un sentido porque ha perdido la fe en aquellos valores que garantizaban y explicaban el mundo. Los personajes de esta novela son personajes desvalidos, inseguros, desorientados, a la búsqueda de su propia identidad. En la ACTUALIDAD se observa, además de esta tendencia del Realismo renovado, una gran LIBERTAD Y DIVERSIDAD de tendencias. No debe olvidarse que la novela es objeto de consumo en una oferta diversificada del mercado editorial. Repasemos algunas de estas tendencias: a. Metanovela. El narrador reflexiona los aspectos teóricos de la novela que suele trasladar a la ficción como tema o motivo del relato. Uno de los recursos habituales que usan los novelistas es la invención de un personaje escritor- o profesor de Literatura o perteneciente al mundo editorial- que indaga y dialoga sobre temas literarios, sobre cómo se debe escribir una novela. Algunos ejemplos: La orilla oscura, de José Mª Merino; Juegos de la edad tardía de Luis Landero; El vano ayer de Isaac Rosa; Los enamoramientos de Javier Marías o Papel mojado, de Juan José Millás. b. Novela histórica. Se trata de una tendencia muy valorada por los lectores. Se enmarca dentro de una tendencia europea que recupera a viejos maestros como Robert Graves, M. Yourcenar, Gore Vidal o nuevas formas como El nombre de la rosa de Umberto Eco. Se trata de un tipo de novela, por lo general, de gran precisión histórica que obliga al novelista a documentarse sobre el período, acontecimientos y personajes sobre los que pretende novelar. Junto a la novela histórica cuyo principal cometido es reflejar fielmente unos determinados acontecimientos aparece otra que pone en cuestión la interpretación de esos hechos y establece una verdad nueva o distinta, como en las novelas de Vázquez Montalbán o Javier Cercas. Dentro de esta tendencia, podemos citar: El manuscrito carmesí, de Antonio Gala; Galíndez, de Manuel Vázquez Montalbán; El hereje de Miguel Delibes; El capitán Alatriste de Arturo Pérez Reverte; Herrumbrosas lanzas de Juan Benet; La noche de los tiempos de Antonio Muñoz Molina; Los girasoles ciegos de Alberto Méndez; Soldados de Salamina o Anatomía de un instante de Javier Cercas. c. Novela de intriga y policíaca. En la década de los 70 se produce una invasión de traducciones de novela negra europea y norteamericana. Los autores españoles adoptarán estos modelos y los adaptarán (Andreu Martín, Juan Madrid), y en otros casos, los transgredirán para servir a otros fines (la serie Carvalho de Manuel Vázquez Montalbán como crónica socio-política, mordaz e irónica, de la transición democrática). Otras obras son: La tabla de Flandes, de Arturo Pérez Reverte, El invierno en Lisboa de Antonio Muñoz Molina, El alquimista impaciente de Lorenzo Silva; La sombra del viento de C. Ruiz Zafón; Ronda del Guinardó de Juan Marsé. d. Novela neorrealista o de la generación X. Este tipo de narrativa estuvo de moda durante los años que van desde la caída del muro de Berlín (1989) hasta el 11 de septiembre de 2001, cuando el nihilismo de esta generación de escritores perdió el favor de los lectores. Su interés temático se centró en la representación de la conducta de los entonces jóvenes adolescentes, sus salidas nocturnas en las grandes ciudades, el uso y abuso de drogas, del sexo, del alcohol y de la música rock. Son obras representativas de esta tendencia: Historias del Kronen (1994), de José Ángel Mañas, que inauguró esta tendencia, Ray Loriga con Héroes o Lucía Etxebarría en Amor, curiosidad, sexo, Prozac y dudas. e. Otras tendencias son: - Novela lírica. El valor esencial es la calidad técnica con que está escrita, la búsqueda de la perfección formal: La lluvia amarilla, de Julio Llamazares o La fuente de la edad, de Luis Mateo Díez, Manuel Rivas, El lápiz del carpintero. - Novela autobiográfica: Corazón tan blanco, de Javier Marías; Ardor guerrero de Antonio Muñoz Molina. Muchas de estas novelas se han ocupado de los años del franquismo y de la lucha contra la dictadura (El río de la luna, de José Mª Guelbenzu) y también del desengaño por la transición política (Los dioses de sí mismos, de Juan José Armas Marcelo). - Novela culturalista. En los últimos años han aparecido una serie de autores jóvenes que hacen una novela que se ocupa de analizar y explicar diferentes aspectos de la cultura occidental desde unas posturas bastante eruditas. Es lo que hace Juan Manuel de Prada con Las máscaras del héroe o La tempestad.

En general, desde un punto de vista ideológico, rechazan los códigos éticos y morales. Existe un marcado individualismo de los autores: los autores no forman hoy grupos porque no existe una tendencia clara- por afinidad estética y/o ideológica- que los aglutine. Ante los problemas colectivos manifiestan una mirada distanciadora, un tono humorístico o de amargo cinismo que, a veces, se manifiesta como trivialidad. Las preocupaciones existenciales, los problemas en la realización de la propia personalidad (se habla de neorromanticismo, de "apoteosis de lo privado") siguen siendo los motivos que prevalecen, como la soledad, la dificultad de las relaciones interpersonales, la intimidad, el amor, el erotismo o la muerte.

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