Sagrada Familia
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La Familia de Pascual Duarte.Cela

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Mensaje  Admin Dom Abr 03, 2011 5:06 pm

Paqui Extremera Ruiz

Yo señor, no soy malo,
aunque no me faltarían motivos para serlo…
Resumen
Nota del transcriptor
Dice haber encontrado el manuscrito de Pascual Duarte en una farmacia de Almendralejo. Lo transcribe textualmente, aunque ha decidido omitir algunos pasajes de la historia por ser demasiado crudos: me pareció más conveniente la poda que el pulido.
Carta anunciando el envío del original
Enviada por Pascual Duarte a don Joaquín Barrera López el 15 de febrero de 1937. Pascual explica la finalidad que lo mueve a escribir estas memorias: que aprenda algo quien las lea, y el descargo de su conciencia. Expresa su deseo de no pedir un indulto porque sabe que puede volver a las andadas: es mucha mi flaqueza para resistir al instinto.
Testamento de don Joaquín Barrera
Fechado el 11 de mayo de 1937. A los tres meses de enviar Pascual sus memorias a don Joaquín, éste muere y en su testamento manda que se destruya el manuscrito, y, si así no fuera, que quien lo encuentre disponga libremente de él.
Capítulo 1
Pascual Duarte escribe este libro en forma de diario o cartas estando en la cárcel, a la edad de 55 años. Comienza contando su vida en el pueblo en el que nació, a dos leguas de Almendralejo (Badajoz), en el seno de una familia campesina. Del pueblo recuerda gratamente la plaza, siempre soleada, y la cocina de su casa, pobre, pero espaciosa y blanqueada. A Pascual le gustaba la pesca de anguilas y la caza, para la que parecía estar dotado. Tenía una perra —Chispa— que lo acompañaba en sus salidas al campo. Un día, estando sentado en la piedra del cruce, como solía hacer al volver de la caza para fumarse un cigarro, Pascual observa los ojos del animal: tenía la mirada de los confesores, escrutadora y fría, como dicen que es la de los linces. Dominado por un sentimiento irracional, le dispara dos veces en la cabeza.
Capítulo 2
Hecha la presentación del primer capítulo, Pascual retrocede en el tiempo y recuerda su infancia. Sus padres eran ignorantes e insensibles. Su padre, Esteban Duarte Diniz, era un portugués tosco y rudo que se había dedicado al contrabando; Pascual le tenía más miedo que cariño. Su madre, cuyo nombre nunca menciona, era una mujer violenta, sucia, analfabeta, fría y egoísta.
El matrimonio se llevaba mal y los malos tratos eran continuos en la casa. El padre tenía interés en que el niño aprendiera algo, y Pascual fue a la escuela; pero la abandona a los doce años ante la insistencia de su madre, que consideraba inútiles los estudios y la desgana del niño por aprender; aunque ya sabía leer y dominaba las cuentas elementales.
Siendo Pascual de corta edad, nació su hermana Rosario, tras un parto largo y doloroso.
Capítulo 3
Rosario es una niña enfermiza. Esto agrava los problemas en la casa porque los padres se refugian aún más en el alcohol y las palizas vuelven con mayor virulencia. La niña se va reponiendo y sorprende con sus dotes de mando; sabe controlar la agresividad de sus padres. A la edad de catorce años roba a sus padres y se marcha a Trujillo para prostituirse. A los cinco meses vuelve a su casa aquejada de unas fiebres y permanece casi un año encamada. En esta época, ante la gravedad de la enfermedad de Rosario, se vivió cierta paz en el ambiente familiar. Rosario se repone, vuelve a robar a sus padres y se marcha, esta vez a Almendralejo. Allí conoce al Estirao, un chulo que vive de las mujeres. Pascual tuvo un encuentro con el Estirao; éste lo provocó; Pascual se contuvo y no respondió, acabó la conversación con un ¡Mira Estirao!... ¡Mira Estirao!... Esa reacción pacífica le va a pesar toda su vida: aquel día se me clavó una espina en un costado que todavía tengo clavada.
Capítulo 4
Los años pasaban sobre nosotros como sobre todo el mundo. Pasa el tiempo. Cuando Rosario tiene quince años la madre vuelve a quedarse embarazada. Pascual sospecha que su madre se acuesta con don Rafael. A los pocos días de nacer el niño, el padre de Pascual enferma de rabia. Tienen que encerrarlo en la cuadra y sufre una cruel agonía antes de morir. Mario —así se llama el nuevo hermano— nace con mala estrella: padece varias enfermedades dolorosas, es atacado por unos cerdos, no puede andar ni hablar y es maltratado por don Rafael, cuyas visitas a la casa son cada vez más frecuentes. Pascual observa con impotencia el triste destino de su hermano y siente lástima de él.
Capítulo 5
Pasado un tiempo, encuentran a Mario ahogado en una tinaja de aceite. La madre de Pascual no llora al verlo, y él empieza a odiarla por su dureza; hace tiempo que no la aprecia como madre, pero ahora, por su inhumanidad, la ve como una enemiga.
Observa con desprecio a don Rafael mientras se afana en construir el ataúd del hijo no reconocido, repitiendo constantemente angelitos al cielo. Pascual sabe que esas palabras tienen doble sentido y que se alegra de su muerte.
En el entierro de Mario, pobre y casi sin acompañamiento, encuentra a Lola, una antigua novia. Pascual tiene 28 ó 30 años, Lola 21 ó 22. Lola coquetea, Pascual es tímido y la rehúye; ella, desairada, le grita: ¡Eres como tu hermano! Ante esta provocación sí responde. Cuando él la tira al suelo y ella se siente forzada, rectifica sus palabras: ¡No eres como tu hermano…! ¡Eres un hombre…! Tienen su primer encuentro amoroso sobre la tumba de su hermano. Lola era virgen: media docena de amapolas para mi hermano muerto: seis gotas de sangre…
En este capítulo faltan dos notas del transcriptor.
Capítulo 6
Digresión narrativa.
Han pasado quince días desde que Pascual escribiera la carta anterior. No ha tenido tiempo de seguir porque lo han trasladado a otra cárcel y ha sido sometido a nuevos interrogatorios. Le gusta más el actual presidio; desde la ventana se ve un jardín y puede contemplar la sierra. Comenta al transcriptor que tiene que dejar de escribir, se siente triste y con ganas de llorar. Por la ventana ha visto pasar a una mujer y a un niño que le han recordado a Mario y a su madre.
Capítulo 7
Retoma la historia donde la había dejado en el capítulo quinto. Han pasado cinco meses desde el entierro de Mario. Pascual sigue viéndose con Lola y ésta le confiesa que está embarazada. Deciden casarse; a Pascual le hace ilusión criar y educar a ese hijo. Habla con el cura y fechan la boda.
Capítulo 8
Pascual y Lola se casan. Él duda varias veces antes de dar el paso, pero la campanada iba a ser muy gorda. Se van de viaje de novios a Mérida, donde pasa los tres días más felices de su vida. Se alojan en la posada del Mirlo, en un acogedor cuarto que Pascual siempre recordará. Tienen un incidente con los familiares de una vieja a la que atropellaron al llegar a la ciudad. Compran algunas cosas y se vuelven para el pueblo.
Al llegar, Pascual se va a la taberna de Martinete para celebrarlo con los amigos. Beben demasiado y Zacarías hace una broma, supuestamente sobre el encuentro que tuvieron Pascual y el Estirao, aunque no cita nombres. Pascual, muy susceptible a las provocaciones desde el encuentro con el Estirao, no está dispuesto a quedar otra vez por poco hombre. Reta a Zacarías y lo deja malherido con tres puñaladas.
Capítulo 9
Después del incidente de la taberna se va a su casa acompañado de algunos amigos. Cuando llega se encuentra en la puerta a la señora Engracia, la partera. Lola había abortado, la tiró la yegua al desmontar. Sin mediar palabra, Pascual se dirige a la cuadra y mata al animal de veinte puñaladas.
Capítulo 10
Al año siguiente, Lola vuelve a quedarse embarazada. Durante ese año Pascual se había quedado como anonadado y hundido en las más negras imaginaciones. Ahora, ante la nueva noticia, se vuelve hosco y malhumorado. Teme problemas, que no nazca el niño; entra en un estado de nerviosismo e inseguridad, y ansía que llegue el día del parto para conocerlo por fin.
Nace el niño, al que llaman como al padre. Lola y Pascual viven una época feliz; hacen proyectos para su hijo. Pascual se muestra protector, quiere proporcionarle la vida y el cariño que él nunca tuvo. El trauma de haber perdido un hijo los convierte en padres temerosos y aprensivos; quieren proteger al niño hasta de un simple resfriado. Pascual, además, piensa que a él no puede durarle mucho tanta felicidad.
Aquí falta un fragmento que evitó el transcriptor, como ya avisó al principio.
Pascualillo muere a los once meses de edad, de un mal aire.
Capítulo 11
Pascual se siente agobiado por las continuas quejas de su madre, su hermana y su mujer, que no dejan de recordar al niño muerto. Él también sufre, pero intenta superarlo, y ellas, abandonadas al dolor, no lo ayudan; ignoran todos sus conatos por recuperar la vida; recuerda en esta carta: las podría pintar como si ante mis ojos aún estuvieran, con su sonrisa amarga y ruin de hembras enfriadas, con su mirar perdido…
Capítulo 12
¡Eres como tu hermano! grita Lola a Pascual. Lo culpa de la muerte de sus dos hijos, débiles como él, que ni el andar de la caballería ni el mal aire en la noche supieron aguantar. En casa de Pascual se vive en un ambiente de tensión y frustración. Lola y la madre de Pascual parecen regocijarse haciéndole daño; sólo su hermana Rosario se compadece de él. En el corazón de Pascual sigue acrecentándose el odio hacia su madre. Un día se sorprende pensando cómo la mataría mientras duerme.
Capítulo 13
Digresión narrativa.
Ha pasado un mes desde la última carta. Pascual se ha dedicado a pensar durante este tiempo, y ha llegado a encontrar un estado de paz y tranquilidad como nunca antes tuvo. Llamó al capellán y se confesó. Ahora quiere retomar la narración: tiene prisa por acabar y reconoce que el tiempo que lleva escribiendo, cuatro meses, le ha supuesto un gran esfuerzo por ser ésta una actividad inusual para él. Escribir lo está ayudando a descargar su conciencia. Vuelve a mostrar arrepentimiento y reflexiona sobre lo distinta que habría sido su vida si las circunstancias también hubieran sido otras.
Capítulo 14
Pascual retoma el relato. Después de aquel mal pensamiento de asesinar a su madre, y por alejarse de la que se lo provocaba, decide irse del pueblo a escondidas. Llega hasta San Benito donde coge un tren para Madrid. La primera noche en la capital la pasa durmiendo en un banco. Al amanecer busca alojamiento. Conoce a un grupo de obreros entre los que se encuentra Ángel Estévez, que le ofrece el alquiler de una habitación en su casa y dos comidas diarias por diez reales. Pascual acepta. Se instala en una buhardilla y pasa unos días entretenido, jugando a las siete y media con el matrimonio, todos los días hasta entrada la madrugada; dando paseos por el Retiro, visitando los cafés de la ciudad…
Pasados quince días decide irse a la Coruña para embarcar a América. Cuando llega a la ciudad comprueba que no tiene suficiente dinero para el pasaje. No quiere volver al pueblo y se pone a trabajar en lo que le sale: de sereno, en la cocina de un hotel, cargando maletas… Pero cuando pasan dos años siente morriña. Pide dinero prestado para el billete de vuelta e, ilusionado por que el tiempo todo lo hubiera cambiado, emprende el regreso.
Capítulo 15
Ha vuelto. Nada nos cuenta del recibimiento. A los siete días de su llegada, Lola le dice que está embarazada, se niega a darle el nombre del padre. Pascual le sugiere que aborte, pero ella rechaza la propuesta. Por estos días la madre de Pascual parece temerosa de su hijo y lo esquiva. Pascual termina aceptando la situación, aun a sabiendas de los comentarios que se desatarán en el pueblo, pero insiste en saber el nombre del padre, y Lola acaba por revelárselo; es el Estirao. Tras confesar, Lola muere de forma repentina.
Capítulo 16
Pascual decide ir en busca del Estirao para vengarse de todas las deshonras que le ha causado: primero su hermana, luego su mujer… El Estirao ha huido y, en su búsqueda, Pascual reencuentra a su hermana Rosario que sigue en la prostitución, está envejecida y triste. Se marcha al pueblo con su hermano. Vive otra temporada de calma. Lola lo cuida, hasta lo mima, y administra bien la casa.
Un día vuelve el Estirao al pueblo para llevarse a Rosario. Pascual lo espera en la casa e intenta impedirlo; el chulo insiste y Pascual le rompe una silla en la espalda. No quiere matarlo, sólo darle un escarmiento. El Estirao, como en el primer encuentro que tuvieron, vuelve a tocarle su punto débil, su poca hombría; y Pascual termina por partirle el cuello.
Capítulo 17
Por la muerte del Estirao estuvo tres años preso en la cárcel de Chinchilla (Albacete). Pascual se queja de que su buen comportamiento le redujera la condena porque la libertad lo exponía de nuevo a los peligros de la vida. Intenta animarse pensando en su pueblo, en el gozo con el que lo recibiría su hermana, confiando en que su madre hubiera suavizado el carácter con el paso de los años… Por primera vez utiliza la palabra familia.
Se despide del director del centro, don Conrado. Se intercala la aparición del “Pascual narrador” que nos anticipa su vuelta a la cárcel con el comentario de que dentro de tres años y medio volverá a ver a don Conrado.
Al llegar al pueblo encuentra el andén vacío, nadie sabe de su regreso. Ni siquiera el señor Gregorio, jefe de estación, le hace caso; y Pascual, abatido, siente deseos de llorar. Cabizbajo, se encamina a su casa. Pasa junto al cementerio y piensa en los seres queridos y enemigos allí enterrados, todos víctimas de sí mismos: el cementerio donde descansaba mi padre de su furia; Mario de su inocencia; mi mujer, su abandono, y el Estirao, su mucha chulería.
Se siente alentado por empezar una nueva vida, al lado de su hermana, con su calor, con la única persona que no lo había maltratado a lo largo de su vida. Cuando llega, su madre, después de tres años sin verlo, lo recibe con un frío ¿Qué quieres? Lo pone al tanto de la situación: Rosario se ha ido a Almendralejo y está liada con el señorito Sebastián. Pascual se hunde, hubiera preferido seguir en la cárcel.
Capítulo 18
Rosario vuelve al pueblo para ver a Pascual. Ambos están un poco distantes pero se expresan su cariño. Rosario le ha buscado una novia a su hermano, Esperanza, la sobrina de la señora Engracia. En el primer encuentro Esperanza le confiesa que siempre había estado enamorada de él. Se besan, es un beso cálido y tierno. La sensación, para Pascual, es totalmente distinta a la de aquel encuentro salvaje con Lola: la besé ardientemente, intensamente, con un cariño y con un respeto como jamás usé con mujer alguna, y tan largo, tan largo, que cuando aparté la boca el cariño más fiel había aparecido en mí.
Capítulo 19
Pascual y Esperanza llevan dos meses casados. Esperanza se queja de la madre de Pascual, y éste observa que su comportamiento es malintencionado y que crea problemas en el matrimonio. Cada vez está más envenenado por el odio que siente hacia ella. De nuevo aparece el deseo de matarla, y esta vez se va apoderando de su ánimo hasta impedirle vivir en paz.
Planea su muerte, está decidido: o la mata o se suicida. Será el viernes de un diez de febrero de 1922. Llegada esa noche, con el cuchillo en la mano ante la cama de su madre, vacila; le falta valor; da media vuelta para marcharse, la madre se despierta, y en ese momento se envalentona y se lanza sobre ella. Mantienen una larga lucha en la que su madre le arranca un pezón de un bocado, se defiende con fuerza; y, por fin, Pascual le clava el cuchillo en la garganta. Sale corriendo y huye al campo, siente alivio; por fin podía respirar...
Otra nota del transcriptor
Por más que buscó en la farmacia, el transcriptor no encontró más hojas manuscritas de Pascual, y no sabe si vivió mucho más después de escribir éstas. Dice desconocer datos posteriores de Pascual, aunque se deduce por sus propias palabras que volvió a la cárcel de Chinchilla y fue condenado a muerte. Se descarta que saliera de presidio antes de empezar la guerra, y debió de estar preso hasta el 35 ó 36. Pascual participó en el levantamiento de su pueblo y en el asesinato de don Jesús González, aunque nunca comentó los motivos que lo llevaron a cometerlo.
El transcriptor pide información, por carta, al capellán y al alguacil de la cárcel que lo acompañaron hasta el final de sus días. Esta nota viene acompañada de dos cartas respondiendo a la petición del transcriptor:

Una, la del señor Lurueña, capellán; en la que cuenta con qué dignidad preparó Pascual su muerte; aunque, llegado el último momento, mostró debilidad y perdió el control de sí mismo.

Otra, la de Cesáreo Martín, cabo comandante de la cárcel; que también estuvo presente en la ejecución. Éste, más explícito que el anterior, cuenta al transcriptor que el comportamiento del presidiario fue ejemplar. Empezó a cambiar en el momento en el que confesó, le entraron remordimientos y le dio por escribir y hacer penitencia por todos a los que había matado. Al igual que el capellán, reconoce cómo se descompuso al subir al patíbulo: se desmayó, lo llevaron a rastras y murió escupiendo y pataleando, de la manera más ruin y más baja que un hombre puede terminar; demostrando a todos su miedo a la muerte.
Estructura
Estructura externa
La obra se podría dividir en cinco partes:
1. Nota del transcriptor.
2. Carta de Pascual Duarte a don Joaquín Barrera anunciando el envío del original.
3. Testamento de don Joaquín Barrera.
4. Las 19 cartas (capítulos) de Pascual.
5. Otra nota del transcriptor que incluye dos cartas, una del capellán y otra del alguacil.
Estructura interna
Las notas primera y última del transcriptor, así como las cartas que preceden y clausuran el relato de Pascual, actúan como agentes externos en la narración de la vida del protagonista. No obstante, la envoltura de estos textos es significativa para conocer la finalidad de la obra y el fin de Pascual. Los clasificaremos como elementos de la estructura, si bien nuestro análisis se centrará en el manuscrito compuesto por las 19 cartas, núcleo de la acción.
I. Las tres primeras cartas
Expresan la finalidad del transcriptor al imprimir la obra, la de Pascual al escribirla y la voluntad de don Joaquín Barrera respecto al destino de ella. Queda clara la finalidad moral de la obra. El transcriptor justifica su impresión por considerar a Pascual modelo de conducta que no hay que imitar. Pascual la escribe como penitencia y para que se aprenda lo que yo no he sabido hasta que ha sido ya demasiado tarde.
II. Última nota del transcriptor
Cuenta el desenlace de la historia; si bien la muerte nos la habían anticipado al principio. Nos aporta la perspectiva externa de aquellos que pudieron ver el comportamiento de Pascual en la cárcel y en el momento de su ejecución.
III. El manuscrito. Vida de Pascual Duarte
La organización de los acontecimientos de esta obra permite el análisis de varias estructuras, posibles dependiendo de la idea conductora que tomemos como referente.
Proponemos una división en tres partes, casi organizada por el mismo Pascual, basada en las dos paradas del relato que hace en las cartas 6 y 13. Estas dos digresiones narrativas dividen el manuscrito en tres partes casi matemáticamente perfectas de: 5 cartas, 6 cartas y otras 6 cartas; haciendo posible nuestra propuesta basada en el progresivo aumento de la violencia en el carácter de Pascual. Así:

Primera parte: Pascual, inocente (capítulos 1-5). Infancia y adolescencia de Pascual. Su familia y su vida en el pueblo. Muerte de su padre y hermano.

Segunda parte: Pascual, violento (capítulos 7-12). Ya es un hombre, se ha casado, ha perdido dos hijos, y comete sus primeros actos violentos en la persona de Zacarías y en los dos animales.

Tercera parte: Pascual, asesino (capítulos 14-19). Ha salido del pueblo, ha estado encarcelado, se ha vuelto a casar y comete un homicidio y dos asesinatos.

Cuarta parte: Pascual arrepentido (capítulos 6 y 13). digresiones narrativas; técnicamente parecidas, psicológicamente muy distintas. En la primera (6), Pascual aún no se ha perdonado; sufre, lo atormenta su pasado. Me espanta pensar con qué puntualidad me es fiel la memoria. En la segunda (13), después de meditar y confesarse, Pascual se muestra resignado; ha aceptado lo que es y parece comprender por qué. Se encuentra en paz, ahora que la tranquilidad ya con su amor me acompaña…
Personajes
Pascual Duarte
Protagonista y autor del manuscrito que nos ocupa. Lo escribe estando en la cárcel, a la edad de 55 años. Desconocemos cuánto tiempo más vivió después de escribirlo.
Nace y se cría en un pequeño pueblo extremeño, entre gentes ignorantes. Le gusta la caza y la pesca, y suponemos que se dedica a las labores del campo, aunque nunca hace mención a ellas. Se casa dos veces; con Lola, de la que enviuda, y con Esperanza en segundas nupcias. Pierde dos hijos, uno nonato y otro con 11 meses de edad. Casi toda su vida transcurre en el pueblo, salvo esporádicas y breves salidas a pueblos de la provincia; sólo se ausenta de Torremejía durante dos años (Madrid y La Coruña) y en sus encarcelamientos.
Su vida es trágica, sobre todo su infancia y juventud. La relación traumática con su familia, especialmente con su madre; el ambiente mísero y sórdido que lo rodea, la falta de cariño, las provocaciones de familiares y amigos, las desgracias que parecen perseguirlo… terminan por inducirlo a la violencia y lo convierten en un asesino. Siente cariño y compasión por su hermano Mario, quiere con ternura a su hermana Rosario, ama a Esperanza, pudo querer a sus hijos…pero el destino parece truncar su suerte en los momentos en los que pensó ser feliz.
Hiere a Zacarías, mata al Estirao y asesina a su madre y a don Jesús. Consideramos que las causas que motivaron el comportamiento agresivo de Pascual, así como el análisis psicológico al que él mismo se somete a lo largo de sus reflexiones, merecen un estudio especial al que nos dedicaremos en el último punto de esta guía de lectura.
Esteban Duarte Diniz
Padre de Pascual. Portugués, alto y gordo; brusco. Fue contrabandista y estuvo en la cárcel. Solía maltratar a toda la familia. Sabe leer, y eso lo hace sentirse superior a su mujer. Tiene la rudeza que da la ignorancia rural, pero muestra algunos rasgos de lucidez, como cuando anima a Pascual a ir a la escuela y le razona que la única manera de dominar la vida es con las armas de la inteligencia. En ocasiones parece más humano que su mujer, y lo sorprendemos en momentos tiernos, mirando durante horas a Rosario recién nacida, con cara de enamorado.
Su cruel muerte se produce por la enfermedad que le transmite un animal, y como un animal morirá: de rabia, abandonado por todos, encerrado en una cuadra mientras grita y patea la puerta.
Madre de Pascual
No sabemos su nombre. Larga y chupada (...), desabrida y violenta (...), con una pelambrera enmarañada y zafia. Malhablada, borracha, fea, analfabeta, siempre vestía de luto y se lavaba poco.
Es dura; parece no tener instintos maternales, pare como los animales y deja a sus crías abandonadas a la suerte del mundo. No lloró cuando encontraron a su hijo Mario ahogado. Despiadada; se ríe cuando observa el cadáver de su marido desfigurado por el dolor. Se ríe también cuando don Rafael tira de una patada a su hijo Mario. Fría y egoísta. ¿Qué quieres?, son las palabras de recibimiento que dedica a su hijo después de tres años sin verlo. Primitiva; la única manifestación de cariño que recuerda Pascual, fue una vez en la que cogió a Mario en brazos para consolarlo, le lamió las heridas, como una perra parida a los cachorros.
Rosario
Primera hermana de Pascual. Se crió debilucha y esmirriada y se convirtió en una mujer atractiva y astuta. Tiene claro desde muy joven que no quiere vivir las miserias de su casa, y su vida es un constante ir y venir a la prostitución.
Es lista; sabe manejar a sus padres e impedir los gritos y peleas. Generosa; cuando tiene dinero manda ropa a su familia. Con buen corazón; socorre a su hermano Mario cuando don Rafael lo maltrata; y no tortura a Pascual, como el resto de la familia, en las situaciones tensas. Tierna; especialmente con Pascual, con el que establece cierta complicidad y al que expresa su cariño en numerosas ocasiones. Su hermano dice de ella: el único afecto sincero que en mi vida tuve.
Mario
Segundo hermano de Pascual. Nace cuando él contaba 17 ó 18 años. Es hijo de don Rafael. Nació retrasado y murió con 10 años. Su nacimiento y vida están marcados por la desgracia: sufrió un sarampión atroz, a los cuatro años unos cerdos le comen las orejas, no podía andar ni hablar, su padre lo maltrata con continuas palizas, y muere ahogado en una tinaja de aceite. Sólo sonrió una vez, cuando después de recibir una patada de su padre, su madre lo durmió acurrucándolo en su regazo.
Paco López, el Estirao
Un rubiales alto y apuesto; tenía un ojo de cristal y andaba muy tieso, de ahí el apodo. Gustaba mucho a las mujeres por su porte y su supuesto pasado como novillero. Era proxeneta y mantuvo relaciones con Rosario y con Lola. De carácter provocador. Pascual lo mata en una pelea.
Lola
Primera mujer de Pascual. Se casa embarazada de él. A raíz de la pérdida de sus dos hijos cambia su carácter, se vuelve agresiva y malhumorada, y culpa a Pascual de estas desgracias gritándole: ¡Estoy hasta los huesos de tu cuerpo! ¡De tu carne de hombre que no aguanta los tiempos! (...) ¡Parir para que el aire se lleve lo parido, mal castigo te espere! Lola recupera la calma cuando se queda embarazada del Estirao, porque cree que ese hijo, simiente de un hombre fuerte, sí saldrá adelante y podrá cumplir su deseo de ser madre. Muere repentinamente.
Esperanza
Segunda esposa de Pascual. Es sobrina de doña Engracia. Tenía 32 años cuando se casó. Era ordenada, limpia y muy religiosa. Distinta a Lola, aunque también hermosa como ella. Es la primera mujer a la que Pascual da un beso de amor.
Ángel Estévez y Concepción Castillo
Matrimonio que hospeda a Pascual en su casa durante los quince días que dura su estancia en Madrid. Ángel es un hombre celoso. Concepción era simpática y presumida y pizpireta; coquetea con Pascual y a él parece gustarle, pero ella le deja claro que está enamorada de su marido.
Otros personajes

Doña Engracia. La partera del pueblo.

Don Rafael. Amante de la madre de Pascual y padre de Mario.

Don Manuel. El cura del pueblo. Intenta que Pascual se acerque a la religión. Casa a Pascual y a Lola.

Don Jesús González de la Riva. Vecino acomodado. Muere asesinado por Pascual durante la revolución que estalló en el pueblo.

Zacarías. Amigo de Pascual Éste lo hiere tras una discusión en la taberna.
Tiempo
Pascual comienza a escribir su vida a la edad de 55 años. Usa la técnica retrospectiva para contarnos su pasado y entre sus recuerdos encontramos muchas referencias temporales. Así:

Mario nace cuando él tenía unos 18 años.

Se casa con Lola cuando tenía 28 ó 30 años.

El noviazgo con Lola dura cinco meses.

Al año de abortar, Lola vuelve a quedarse embarazada.

El hijo muere con 11 meses.

En Madrid pasa 15 días.

En la Coruña, un año y medio.

Pasa tres años en la cárcel de Chinchilla.

A los dos meses de estar casado con Esperanza mata a su madre. Esto ocurre en 1922. Contaba 40 años aproximadamente.

Según nota del transcriptor no salió de la cárcel antes de 1936.

Se desconoce el tiempo transcurrido desde que empieza a escribir, con 55 años, hasta el momento de su ejecución.
Aunque Pascual intenta narrar los hechos cronológicamente, son continuos los saltos temporales hacia delante y hacia atrás. Él mismo, consciente del desorden, pide disculpas al transcriptor en el capítulo 4: Eso de seguir por la persona y no por el tiempo me hace andar saltando del principio al fin y del fin a los principios.
Espacio

El pueblo de Pascual. Sólo en el capítulo 8 mencionará el nombre, Torremejía, en la provincia de Badajoz. Era un pueblo caliente y soleado, bastante rico en olivos y guarros. .Pascual describe la plaza con la torre y la fuente, la casa de don Jesús…Su casa estaba a las afueras del pueblo.

Trujillo. Adonde va Rosario cuando con 14 años se escapa de casa.

Almendralejo. Localidad cercana a su pueblo. Allí vivía el Estirao y allí lo conoce Rosario en su segunda huida.

Mérida. En esta ciudad Lola y Pascual pasan su luna de miel encerrados en el cuarto de una posada durante tres días.

Madrid. En donde Pascual pasa 15 días. Sólo describe la buhardilla que alquiló, y cita los paseos por el Retiro, los cafés de la ciudad…

La Coruña. Pascual vive un año y medio en la ciudad. No la describe a pesar del tiempo que pasa allí; sólo habla de la grata impresión que le produjo ver el mar por primera vez.

Chinchilla. Tres años pasa Pascual en la cárcel de este pueblo. Lo describe el día que lo ponen en libertad: un pueblo ruin, como todos los manchegos, agobiado por una honda pena, gris y macilento.
Estilo y técnica narrativa
Es Pascual quien escribe esta novela-diario; un campesino humilde y sin estudios, criado en un pueblo extremeño, a finales del siglo XIX y primera mitad del siglo XX. Cela ha dotado de realismo el estilo de la obra al adecuar el lenguaje del personaje a su condición social y a todos los matices de su compleja psicología.
Predominio del estilo coloquial
Uso de refranes y dichos propios del habla coloquial, que socorren continuamente al protagonista en la expresión de aquellos razonamientos para los que no halla recursos léxicos. Como hiciera Sancho, y más de una vez lo reprendió don Quijote por ello, Pascual abusa de las sentencias populares, amontonándolas en ocasiones, una tras otra; sustituyendo el pensamiento por la retahíla de su refranero. Así:

Para explicarnos por qué fue arrestado su padre, dice: Pero como el cántaro que mucho va a la fuente acaba por romperse, y como no hay oficio sin quiebra, ni atajo sin trabajo…que la confianza pierde a los valientes…

Cuando Lola se ríe de la vieja a la que tiró su yegua: Dios castiga sin palo y sin piedra y, ya se sabe, quien a hierro mata…

Para decirnos que Zacarías debería haberse callado el día que le gastó la broma del Estirao: El pez muere por la boca, dicen, y dicen también que quien mucho habla mucho yerra y que en boca cerrada no entran moscas.

Aprendió a zafarse de las palizas de sus padres cuando estos peleaban: La única manera de no mojarse es no estando a la lluvia.

Dice de su hermana cuando pasó las fiebres: Yerba mala nunca muere.

Se aplica el refrán de No por mucho madrugar amanece más temprano, al darse cuenta de que se adelanta contando acontecimientos.

En su arrepentimiento, A lo hecho, pecho o A la vejez viruelas.
Uso frecuente de diminutivos
Son característicos también del lenguaje popular. Pascual suele utilizarlos con carácter afectivo, aunque no faltan las connotaciones despectivas:

Asuntillo, cojita, hermanilla, vestidito, frasecitas, sermoncete, nalguitas, echadito, ojos negrillos, agüilla, hilillo, corbatita, jardincillo, silbandillo, asnillos, pasito, ahorrillos, trotillo, preocupadillo, disgustillo, animalito, curita, sueñecito, golfillo, guijarrillos, tonillo, canalito…
Uso de vulgarismos y populismos.

Me conocía la carácter.

Con un miedo en la cara que mismo parecía haber entrado en los infiernos.

La respeto habíasela ya perdido tiempo atrás.

Unos tiemblos me recorrían todo el cuerpo.

Contra más ilusión…

Voy a ver de empezar de nuevo.

Gozo con el más honesto de los gozares.

No se me pasó otra cosa por el magín…

Mucho más mal…

La Rosario.

El reló…yerba…
Realismo
El carácter realista del lenguaje se aprecia también en los numerosos perdones que Pascual solicita al transcriptor. Consciente de su condición humilde y escaso nivel cultural, se muestra inseguro a la hora de expresarse suponiendo que algunos términos propios del ámbito rural pueden herir la sensibilidad de su lector o resultarle demasiado vulgares:

Describe su pueblo: bastante rico en olivos y en guarros (con perdón).

Las sillas del hostal de Mérida,:con un mullido peluche colorado por culera (con perdón).

Cuando se sentaba en la piedra del cruce: se me escurría el trasero (con perdón).

Por el uso de la palabra trasero pedirá cuatro veces perdón a lo largo de la obra.
Realismo en la espontaneidad y simplismo que trasluce Pascual al rememorar lugares y emociones; las comparaciones, poco sutiles e ingenuas, rayan lo infantil:

Describe el ayuntamiento, Era grande y cuadrado como un cajón de tabaco.

La torre de la plaza, En la torre un reloj, blanco como una hostia.

La decoración de la cocina de su casa, En las paredes teníamos varias cosas.

En su pueblo, Las casas eran tan blancas que aún me duele la vista al recordarlas.

Cuando sentía ganas de llorar, Los ojos me escocían como si tuviera jabón.
Lirismo
Pero la obra no está exenta de lirismo. Hay un Pascual “poeta de la tierra” que usa con insistencia símiles y metáforas que no hacen más que agudizar el estilo realista del que hablamos. La comparación, con el nexo como, se convertirá en la protagonista de sus ejemplos, recurso sencillo y simple que deriva de su escasa capacidad lingüística.
Las personas, lugares, situaciones, sentimientos… a los que compara Pascual, siempre encuentran como término recurrente e imaginario un referente constante y cotidiano en su vida: el campo. El campo, sus olores, la vida que alberga, las cosechas, la climatología… Cuando se atreve con las metáforas, será de nuevo su mundo circundante, rural y campesino, el que se convierta en el término de identificación Así:

Afirma que hay una clase de hombres que sufren del sol violento de la llanura y arrugan el ceño como las alimañas para defenderse. También Hay hombres a quienes se les ordena marchar por el camino de las flores, y hombres a quienes se les manda tirar por el camino de los cardos y las chumberas.

Describe Almendralejo, Allá a lo lejos, como una tortuga baja y gorda, como una culebra enroscada.

A su padre lo recuerda alto y gordo como un monte.

Cuando su madre estaba de parto, los gritos arreciaban como el vendaval.

Cuando nació su hermana, tenía una pelusa rala por la cabeza, como la de los estorninos o la de los pichones en el nido.

Rosario era más avisada que un lagarto.

Los saltos temporales de su relato los hace como langosta vareada.

Su hermano Mario se arrastraba como una culebra y emitía sonidos como una rata.

La postura en la que apareció Mario ahogado era la de una lechuza ladrona a quien hubiera cogido un viento.

Ante la dureza de su madre, La mujer que no llora es como la fuente que no mana, que para nada sirve, o como el ave del cielo que no canta…

Mario es amortajado con una corbata, Hecha una lazada sobre la garganta como una mariposa.

La idea del cielo le sugiere imaginar a los ángeles tan delgados como ni siquiera fueron los tallos de los trigos; para él Dios, Está en lo más alto y es como un águila con su mirar.

En su primer encuentro amoroso con Lola: La agarré del pelo y la tenía bien sujeta a la tierra… La mordí hasta la sangre, hasta que estuvo rendida y dócil como una yegua joven.

En algunos momentos de tensión con Lola, La conversación se espantaba aquel día a nuestra voz como los grillos a las pisadas, o como las perdices al canto del caminante.

Zacarías cantaba y tenía la voz tan suave como la de un jilguero.

Su hijo enfermó de un mal aire, y en la alcoba, El quejido del niño semejaba el llanto de las encinas pasadas por el viento.

A veces se desespera con la actitud femenina, Las mujeres son como los grajos, de ingratas y malignas.

Cuando Lola culpa a Pascual por su incapacidad para engendrar hijos fuertes, Mi mujer, ruin como las culebras, sonreía su maldad.

Arrepentido en la cárcel, reflexiona, Envidio al pájaro del cielo, al pez del agua, incluso a la alimaña de entre los matorrales, porque tienen tranquila la memoria.

El capellán del presidio era raído como una hormiga.

De sí mismo dice: Me quedé más dormido que una piedra o Uno está atado a la costumbre como el asno al ronzal.

De Esperanza: Se volvió radiante de repente como un amanecer.

Cuando se despierta su instinto violento: Un día el mal crece, como los árboles.

Cuando se despierta su instinto asesino: La idea de la muerte llega siempre con paso de lobo, con andares de culebra…

Cuando tiene deseos de volver a casa, El deseo crecía en mí como crecen los hongos en la humedad.

Planea la muerte de su madre, Con el mismo cálculo y la misma meditación por lo menos con los que un labrador emplearía para pensar en sus trigales.

También Lola alude a elementos de la naturaleza para expresar el dolor por la muerte de sus hijos: ¡Para esto crié yo mis pechos, duros como el pedernal!, o ¡Para que una raje como una granada!.
Diálogo
En general predomina el diálogo directo. Intervenciones breves y rápidas; contundentes y sin intención efectista, propósito de quienes las pronuncian. Muchos de estos diálogos, a fuerza de brevedad, resultan casi monosilábicos.
Narrador
El diario, autobiográfico, está narrado en primera persona. El narrador es testigo; de los personajes que lo rodean sólo cuenta lo que ve, supone o intuye de ellos. Evidentemente, actúa como omnisciente cuando es él el objeto de atención.
La función apelativa del lenguaje la encontramos en numerosas ocasiones en las que Pascual se dirige al receptor-lector don Joaquín Barrera:

Me molestaba hablar con él de la Rosario, ya ve usted lo que son las cosas.

Usted sabrá disculpar el poco orden que llevo en el relato.

Por mi gloria le juro…

Hablemos de otra cosa…

Quiero decirle a usted, para atenerme en todo a la verdad…

Tal vez no me creyera si le dijera…
En la obra se combinan distintos planos narrativos: pasado, presente y futuro. Pascual no sigue un orden lineal en el relato de los acontecimientos; en el primer capítulo adelanta que está condenado a muerte y cuenta cómo y por qué mató a su perra Chispa.
El segundo capítulo comienza con los recuerdos de su infancia, y a partir de ahí intenta mantener una sucesión lógico-temporal, pero como él mismo reconoce varias veces al transcriptor, se siente en ocasiones incapaz de organizar los acontecimientos y avanza sucesos futuros. Pascual atribuye este defecto a su poca pericia como escritor y a su avidez por terminar el manuscrito.
Determinismo. Naturalismo. Tremendismo.
Con la publicación en 1942 de La familia de Pascual Duarte, Camilo José Cela inaugura en la novelística de posguerra la corriente llamada Tremendismo. El Tremendismo consistía básicamente en plasmar, a través de una visión selectiva, los aspectos más crudos de la realidad. Justificamos el título de este apartado en el que aparecen aunados Tremendismo y Naturalismo, por considerar que, aunque cronológicamente Cela no perteneció al Naturalismo (movimiento literario de origen francés que se cultivó en la segunda mitad del siglo XIX, y cuyo máximo representante fue Emile Zola), esta novela y su clasificación como tremendista, no son más que una continuación del citado movimiento francés.
El Naturalismo tiene como finalidad la reproducción de la realidad descrita objetivamente en todos sus aspectos, desde los más sublimes hasta los más vulgares. Está plenamente influido por la corriente filosófica llamada Determinismo; según la cual todo acto obedece a una ley de causalidad. Esta corriente de pensamiento encontró pronto su aplicación en el ámbito de la ciencia, la Sociología, la Teología…y en la Literatura. El Naturalismo literario arranca del Determinismo genético y ambiental; según el cual, los actos humanos están condicionados, o determinados, por la herencia genética y la influencia del medio social. ¿Acaso no es ésta la historia de Pascual?
Aunque Naturalismo y Tremendismo se caracterizan por su motivación realista, es obvio que la realidad no sólo ofrece extremos, sino también una gama de matices intermedios que no suelen conducir a situaciones dramáticas. En este sentido, la novela que nos ocupa y los movimientos que la amparan se alejan de la realidad, por no considerar o considerar superficialmente, algunas situaciones de la historia de Pascual que debieron ser gratificantes; centrándose únicamente en la sordidez de su vida.
Analizaremos la trayectoria psicológica de Pascual, los avatares de su vida y su trágico final, atendiendo a ese determinismo biológico y ambiental que él mismo reconoce en momentos de reflexión.

En el capítulo 2, Pascual parece justificar su talante por la herencia y educación recibidas de sus padres, Se llevaban mal mis padres; a su poca educación se unían su escasez de virtudes… defectos todos ellos que para mi desgracia hube de heredar y esto hacía que se cuidaran bien poco de pensar los principios y de refrenar los instintos.

Pascual siente que sus orígenes lo predestinan fatalmente: Como no nos es dado escoger, sino que ya –y aun antes de nacer- estamos destinados unos a un lado y otros a otro…

Incurre en la paradoja de desear matar a su madre porque se parece a él, y él a su vez, a ella: Nada se odia con más intensos bríos que a aquello a que uno se parece y uno llega a aborrecer el parecido.

El lector comprueba que, efectivamente, el medio condiciona a Pascual; sus reacciones son distintas según el ambiente que lo rodea: su comportamiento en la cárcel es ejemplar, es pacífico durante su estancia en Madrid y La Coruña, se lleva bien con aquellos que le ofrecen cariño (Rosario, Esperanza, don Conrado). Él, inconscientemente, atribuye esta actitud al diferente talante del hombre de la ciudad, pacífico y civilizado; y al del hombre de pueblo, violento y primitivo. Por ejemplo, el tema de la hombría es un valor enquistado en la cultura rural; y ante las provocaciones, justas o no, hay que responder con violencia física. Por eso se sorprende cuando en Madrid, Ángel Estévez discute con un hombre por una cuestión de celos y sólo se produce un enfrentamiento verbal: ¡Así da gusto! Si los hombres del campo tuviéramos las tragaderas de los de las poblaciones, los presidios estarían deshabitados como islas. Al volver de pescar reflexiona mirando hacia Almendralejo: ¡Los habitantes de las ciudades viven vueltos de espaldas a la verdad!

La sordidez, crueldad e inhumanidad, parecen encontrar acogida en todo el entorno del protagonista. Taras sociales: alcoholismo, prostitución, pobreza, violencia… Su madre es alcohólica, su hermana prostituta, se cría en un ambiente mísero y sufre malos tratos. Taras genéticas: su hermano Mario es retrasado y tiene graves problemas físicos de nacimiento. La fealdad, en todas sus vertientes: la fealdad física y moral de sus padres.

Insensibilidad. En el medio de Pascual la sensibilidad es considerada un síntoma de debilidad. Cuando tiene un tímido acercamiento a la iglesia, abandona porque Lola lo considera poco hombre. Cuando Pascual padre intenta inculcarle a su hijo el valor de la cultura, cae en su “error” y, avergonzado, exclama ¡Ya voy para viejo!
Comprendemos por qué Pascual iniciaba su diario con aquel Yo señor, no soy malo…
Ha analizado las causas de su comportamiento y, aunque arrepentido de sus actos, se considera moralmente inocente porque, dadas sus circunstancias, no parecía tener otra oportunidad que la de ser quien fue. Cree por tanto en causas, no en culpables.
Pascual consigue que lleguemos a entender los motivos que lo indujeron a cometer sus atrocidades, incluso que lo consideremos una víctima. Pero omite las razones por las que asesinó a don Jesús González. Quizá porque esta muerte no podía justificarla como los anteriores, esgrimiendo su desgraciado origen como argumento.
Creemos que la muerte de don Jesús fue producto del odio hacia el destino, la última de sus venganzas. Porque este hombre, con su posición acomodada, simbolizaba el otro itinerario de la vida, el de los hombres que marchaban por el camino de las flores, el de los hombres cuyo nacimiento azaroso les ofreció el privilegio de no vivir sumidos en la pobreza ni en la miseria moral. Y esto, seguramente, no le pareció justo a Pascual.
La conciencia sólo remuerde de apalear un niño, de derribar una golondrina…
Pero de aquellos actos a los que nos conduce el odio… no tenemos que arrepentirnos jamás.

9 de junio de 2007
Paqui Extremera Ruiz: ginebra8@hotmail.com
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